jueves, 1 de julio de 2010

Relato de Infinity [ 1 ]

Sangre sobre la nieve


El suave viento arrastraba los pequeños copos de nieve que caían lentamente sobre la nívea superficie del valle. El cielo estaba encapotado, pero el lejano sol podía intuirse sobre los grisáceos nubarrones.

La pomposa nieve crujía suavemente cada vez que apoyaba las patas. El peludo animal, similar a un lobo con ligeros rasgos felinos, avanzaba sigilosamente sobre la superficie nevada. Se agazapo un poco más y lentamente se acercó al borde del barranco. Sus ojos se centraron en el centro del amplio valle, una gran construcción humana se alzaba lejos de cualquier rastro de civilización. El animal escrutó el resto del valle con la mirada, vio varias figuras humanas, de modo que decidió que no era un buen lugar para establecerse.

Irguió la cabeza, dispuesto a marcharse cuando escuchó un leve pitido a su derecha. El animal olfateó el aire. De donde venia el sonido solo había un montículo de nieve cerca del borde del abismo. Probablemente había sido el viento o algún pequeño animal. Decidió que lo mejor sería alejarse de aquella zona.

Al oír alejarse al animal, Vassili dejo escapar el aire que había contenido y respiró aliviado. Tras tomarse unos segundos para calmarse volvió a conectar el comunicador. Pocos segundos después, el pequeño aparato volvió a sonar. Por fin, tras horas camuflado en la nieve, recibía noticias.

Sargento Vassili Volgin en posición – dijo tras abrir la comunicación.

Al habla el capitán McCullen – la profunda voz de McCullen sonaba extraña a través del comunicador – estamos en la posición acordada, dentro de unos minutos comenzaremos a avanzar desde el norte. Rousseau también está en posición y McArthur y Hume están avanzando desde el sur.

Recibido.

Confiamos en ti, muchacho – la voz del caledonio sonó más grave – Dorginski dice que eres el mejor, espero que sea cierto.

Entendido señor – era su primera misión fuera de Amanecer pero estaba muy tranquilo.

Con un ligero zumbido se cortó la comunicación.

Volgin apunto hacia la puerta de la refinería donde dos fusileros de PanOceania montaban guardia. Todavia le temblaba ligeramente el pulso. Aquel animal podía haberlo matado de un zarpazo, por suerte no lo había visto, o había decidido no convertirlo en su cena. Tomo una bocanada de aire para relajarse, cerró los ojos y contó hasta cinco. Abrió los ojos y miro de nuevo por la mirilla. A unos cincuenta metros del edificio, oculto tras unos contenedores de mercancías, entrevió una figura oculta y supuso que sería Rousseau. Jean Luc Rousseau, uno de los mejores soldados del 4º de cazadores de Merovingia. Apunto su rifle hacia el sur y vio a Hume y a McArthur surgiendo del bosque y ocultándose tras unas rocas. “Galwegians” el orgullo de Caledonia, al parecer habían reunido lo mejor de Ariadna para esta misión.

Volvió su mirada al norte y vio aproximarse al resto de la compañía. La acción iba a comenzar. Respiró profundamente y apuntó de nuevo a la puerta. Los fusileros parecían aburridos, apuntó a uno de ellos y colocó el dedo en el gatillo. De repente la puerta se abrió y salió alguien de su interior.

Vassili frunció el ceño y maldijo entre dientes. El soldado estaba equipado con una armadura de combate de O.R.Corporation. Dudaba poder acabar con ese maldito Orco de un solo disparo. Pero de pronto el soldado Orco se desperezó y alzó las manos hacia su casco.

El tirador cosaco sonrió mientras el panoceanico le facilitaba el trabajo. El Orco se quito el casco y se puso a hablar con uno de los fusileros.

Llegó el momento, respiró hondo, apunto a la cabeza desprotegida del soldado Orco y… apretó el gatillo.

En cuanto el proyectil salió del arma, Vassili separó la mano de la culata del fusil, agarro la manivela del cerrojo y la accionó. El casquillo del proyectil cayó sobre la nieve siseando y una nueva bala entró en la recamara del arma. Volgin prefería los fusiles de cerrojo por que disfrutaba de la adrenalina que le producía la recarga en el combate. Su dedo volvió al gatillo y la culata del arma volvió a apoyarse sobre su hombro. Al volver a mirar por la mirilla vio derrumbarse al Orco panoceanico. Apuntó a uno de los sorprendidos fusileros cubiertos de sangre y volvió a disparar.

Desde el sur, los dos Highlander corrían sobre la nieve enarbolando sus grandes armas y gritando en gaélico. Desde el norte avanzaba el resto de la compañía, varios “Line Kazaks” se habían quedado en la retaguardia para cubrir la retirada. La ofensiva había comenzado, cuando anocheciera, la batalla habría concluido y solo una facción controlaría esas instalaciones.

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